Relatos Porno: La mejor mamada de la historia

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Volvía a casa en el autobús de las 8:AM para ver a la familia. Acababa de terminar el primer año de carrera y andaba algo encerrado en casa con los estudios por lo que llevaba mucho tiempo un buen meneo. Me senté casi al final, apenas iba gente montada. Me dormí en el camino y me desperté a eso de las 10:AM, cuando el autobús entraba a parar en una ciudad que pillaba de paso. Como es de costumbre en los hombres me desperté con una tremenda erección y para mi sorpresa tenía al lado una rubia espectacular, casi albina, con unos ojazos azules que…


… se le veía el alma. En cuanto la ví me puse rojo y ella, que ya había visto un bulto en mis pantalones, me echó una media sonrisa picarona que me puso demasiado nervioso. Disimulé volviendo a cerrar los ojos pero siendo plenamente consciente de mi bulto pero pasados unos 5 o 10 minutos, lo que tardó el autobús en reanudar la marcha, se me bajó y yo volví a dormir otro rato.

En medio del trayecto me desperté, de nuevo con otra erección, serían sobre las 11:AM y la rubia también se había dormido, tenía una mano sobre el muslo, muy cerca de su sexo, y la otra en el repos abrazos. Yo coloqué, cerrando los ojos para hacerme el dormido si me descubría, mi mano cerca de la suya y aprovechando los baches, rozaba su mano más y más hasta tenerlas casi entrelazadas. No sé si a partir de aquí lo que pasó fue realidad, o simplemente fruto de mi imaginación ofuscada por tanto tiempo sin sexo.

Su mano cada vez iba acercándose más a mi asiento y, por un gran bache, pasó la barrera del reposa brazos y la posó en mi muslo. Yo seguí acariciándole el antebrazo hasta que me decidí a bajar un poquito más… No hizo gesto de repulsión, incluso abrió las piernas, hecho del que me di cuenta por que su rodilla tocó con la mía. Seguí bajando hasta casi la rodilla y ella seguía manteniendo su mano inmóvil sobre mi muslo, donde unos 10cm más hacía arriba comenzaba el bulto provocado por mi erección. Cuando volví la mano hacia arriba, con el dedo meñique, me iba acercando a su sexo cada vez más, poquito a poco… Cada vez mas cerca… hasta que el dedo meñique se metió entre sus shorts… No aguantaba más así que me decidí a ir a saco. Metí el dedo fuerte, por encima de la braguita, notando la humedad, cuando de repente siento un tremendo chillido.

—What are you doing??!!

Ni siquiera abrí los ojos, retiré la mano con cuidado como si no fuera conmigo la cosa. Estaba muerto de vergüenza y me quería morir, pero no terminó ahí la historia. Ella no había quitado aun su mano de mi muslo, mi erección era tal que tenía los pantalones a punto de reventar, y sin esperarlo, sin ninguna delicadeza, me agarró la polla bien fuerte. Se me fue un resoplido de placer, y ella empezó a pegarme en el capullo. Yo quise volver a la carga con mi dedo meñique pero me quitó la mano al instante. Me desabrochó los botones del vaquero, me sacó la polla, y me empezó a hacer una paja a tal velocidad que ni yo me lo creía. Abrí un ojo y la vi a ella, se estaba tocando con la otra mano por encima del short y se le veía entero el pezón de la teta derecha. Volví a cerrar los ojos y a volar. Siguió dándome fuerte, cada vez más, a pesar de que creía imposible que me pudiera dar más fuerte y de repente, siento un suave calor húmedo por mi glande, volví a abrir los ojos y vi su lengua acariciando mi polla dura. Con la mano le quise sujetarle la cabeza, pero cuando lo intenté me dio un bocado en medio de la polla, mejor me quedo quieto, me dije y volví a cerrar los ojos y a disfrutar. Empezó a mamármela bien despacito, cada vez intensificando la velocidad y la presión. Siguió dándome bien fuerte, solo con la boca, entrando entera hasta más allá de la garganta sin amago de arcada, lo cual era espectacular. No aguantaba más… Empecé a dar pequeños gemidos, ella se dio cuenta de que me quedaba poco, y una vez más superó la velocidad que yo creía imposible de superar y empecé a correrme, llenándole la boca de semén. No se quitó hasta que no quedaba ni una gota más. Sentí como engullía mi leche y poco mas tarde, ella misma me guardó mi polla, ya blandita, en los pantalones.

Me volví a dormir después de tal placer y me desperté entrando a mi ciudad, abrí los ojos, miré al asiento de al lado y estaba vacío. Excepto por un papelito en blanco, lo cogí y lo abrí. Dentro del doblez en inglés ponía: «Una pena que solo fuera un sueño».

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